Lotta Jansdotter

Hace unos meses, poco antes de navidad, encontramos estos cuadernos en una librería de Quito. Me parecieron particularmente atractivos por la mezcla de bohemia artística y diseño de producto de consumo, además de la sutil delicadeza de los detalles, un producto muy femenino en definitiva. Esto me llevó a pensar en los casos en que la personalidad del diseñador se convierte a la vez en el producto en sí.

Y ahora que nos vemos cercados por el fenómeno, cada vez más creciente, del diseño como producto es interesante conocer el proceso de una emigrante que lleva su oficina-tienda-taller-departamento desde un mismo lugar. Su oficina está en el dormitorio, la bodega es el clóset y la cocina es el área de envíos. ¿Qué hace que el sistema, tan doméstico, de esta diseñadora, que personalizaba sus cuadernos y carpetas del colegio y emigró a los 20 años desde Suiza, llegue a lugares tan lejanos como Ecuador? Aunque una mejor pregunta sería ¿qué hace falta para que nuestro trabajo llegue a venderse en lugares tan lejanos como Simbawe o Nueva York? Definitivamente Lotta es uno de los mejores ejemplos de motivación.

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